La mujer en la historia de la fisioterapia

La mujer en la historia de la fisioterapia tiene muchos capítulos, descúbrelos en nuestro blog.

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La Historia de la Fisioterapia tiene muchos capítulos por escribir, y sin duda este es uno de ellos: el protagonismo de la mujer en el mundo de las terapias físicas.

Si seguimos una pauta cronológica, mucho nos tememos que los hitos femeninos no están explícitos documentalmente hasta bien entrado el siglo XIX.

¿A qué puede ser debido?

¿A la escasez de mujeres en el desarrollo de las técnicas fisioterápicas?

¿A la falta de interés en su implantación?

¿O no será por el concepto paternalista e incluso misógino en la implantación histórica de las ciencias de la salud?

Porque es un hecho constatado que, en la actualidad, predominan las féminas en la mayor parte de las profesiones sanitarias.

En el caso de la Fisioterapia, dos terceras partes del colectivo español vienen a ser mujeres, como bien indican las cifras recientes de los colegios profesionales autonómicos de Madrid y Valencia (ICOFCV)1

Lo cierto es que, a excepción de escasas salvedades, la historia no ha podido aún conceder el protagonismo merecido a la figura de la mujer en el mundo de la salud, y más concretamente en lo concerniente a su desarrollo profesional, durante las etapas pre-contemporáneas.

Veamos primero esas pinceladas del pasado más remoto:

Podríamos considerar como una de las primeras aportaciones femeninas a la más remota manifestación de Terapia Física las deidades de las antiguas civilizaciones a las que se atribuía, como en el Egipto faraónico, cualidades sanitarias.

Tal es el caso de Isis y Sekhmet, diosas a las que los antiguos egipcios (y otras culturas vecinas) confiaban en gran medida su salud física.

Lamentablemente, no solo en la Historia de la Fisioterapia sino de la Medicina y las Ciencias de la Salud, existe desde la Prehistoria un enorme vacío historiográfico sobre el papel femenino al respecto, con salvedades evidentes como la de la Ginecología, donde comadronas y matronas sí que han tenido evidenciado su rol profesional.

Pero nos resistimos a creer que ninguna mujer destacase o al menos participase de alguna forma en el ejercicio práctico de la medicina y la terapia física.

Tenemos que esperar a las cercanías de la Ilustración o “centuria de las luces”, esto es, el siglo XVIII, para constatar documentalmente la primera mujer titulada en Medicina por una universidad europea.

Se trata de Dorothea Christiane Leporino o Dorothea Erxleben, su nombre de casada, que es el que, paradójicamente, le ha dado mayor fama a mujeres destacadas del pasado, tal como el famoso caso de la gran pionera de la Medicina y doble premio Nobel de Física y de Química, la inconmesurable María Salomea Sklodowska, conocida históricamente por Madame Curie, cuya hija Irene Curie también obtuvo el Nobel, en su caso de Química2

En el caso pionero de Dorothea Erxbelen, ésta fue una destacada mujer de la Prusia ilustrada de Federico II, que gracias a su tesón e inteligencia obtuvo en 1754 su doctorado médico por la Universidad de Halle.

La señora Erxbelen escribió una disertación titulada “Una investigación profunda de las causas que evitan que el sexo femenino curse la universidad” y que removió conciencias; de hecho, al inicio de como cada capítulo exponía situaciones, enumerando prejuicios en contra de la habilidad intelectual de la mujer, y la exposición al ridículo a la que es sometida por tener expectativas diferentes3.  

Otras mujeres sin duda participaron activamente en alguna modalidad terapéutica durante las primeras centurias de la Edad Contemporánea, aunque fuese “a la sombra” de reputados científicos, médicos o terapeutas del momento.

Tal es el caso  de la esposa del gran químico francés Antoine de Lavoisier, Marie Anne Pierrette Paulze o Marie Lavoisier, que continuó los trabajos de su marido tras el paso de este por la terrible guillotina en la plenitud de su vida  (por otro lado, algo desgraciadamente habitual en aquellos convulsos años de la Revolución Francesa); y también sería el caso de la hija de Vincenz Priessnitz, el famoso “médico del agua” del siglo XIX, quien ayudó a su padre a escribir al menos un texto, “El libro familiar del agua”,  y con bastante certeza debió conocer muy bien las técnicas hidroterápicas de su progenitor, según se desprende del popular manual de José Francisco Meliá sobre Historia de la Fisioterapia5

Llegados a este momento, nos gustaría poder atribuir un nombre concreto de fisioterapeuta al pódium de las primeras mujeres destacadas en las Ciencias de la Salud, como en el caso de la Medicina o la Enfermería, representadas respectivamente por la ya citada Dorothea Erxleben y por la británica Florence Nightingale, respectivamente. 

Así, aunque no contemos a ciencia cierta con una “pionera” con mayúsculas de la Fisioterapia, a modo de trasunto de la ya citada Madame Curie, sí que podemos atribuir un rol eminente en este sentido al grupo de enfermeras británicas que fundaron la Society of Trained Masseuses en la Inglaterra victoriana de finales del XIX.

Y en ese elenco debemos incluir de forma sobresaliente a la británica Rosalind Page (1855-1948), y la sudafricana Lucy Marianne Robinson (1853-1921), unas adelantadas de la Enfermería y la Fisioterapia, sobre todo en el caso de la señora Page, que dirigió durante dos décadas la citada Society of Trained Masseuses (precursora de la Chartered Society of Physiotherapy o Asociación Inglesa de Fisioterapia) cuya biografía profesional narra de manera excelente, al cumplir el centenario de la Sociedad, la obra “In good hands”6

Por otro lado, en fechas similares de las postrimerías decimonónicas, cuentan las crónicas que el gran precursor de la Osteopatía, el doctor Andrew Taylor Still, lejos de caer en la misoginia acostumbrada en su ámbito y época, el “lejano Far West” estadounidense, dio un trato igualitario a hombres y mujeres para ingresar en su American School of Osteopathy (Kansas).

Aun así, solo la cuarta parte de aquel pionero primer curso de Osteopatía (iniciado en 1892) eran señoras, y una de ellas sería a su vez la primera mujer en obtener el título de Osteopatía: Jeanette (Nettie) Hubbard Bolles (Quinn TA 2011).

Este periodo de transición entre los siglos XIX y XX deviene en las décadas previas a la profesionalización de la Fisioterapia para la mayor parte del mundo, donde la literatura historiográfica apunta a que el ejercicio de las terapias físicas recaía a partes iguales entre médicos y enfermeras, un argumento sólido para asegurar que las primeras fisioterapeutas fueron mujeres enfermeras.

El paradigma en los inicios del siglo XX, tras las figuras ya citadas de Rosaline Page y Lucy Robinson, recae en la personalidad de la australiana Elizabeth Kenny, una enfermera nacida en Nueva Gales del Sur en 1880, que dedicó gran parte de su vida, durante la primera mitad del siglo XX, a combatir las secuelas de la terrible epidemia infantil conocida como poliomielitis.

Kenny revolucionó el tratamiento de la “polio” innovando con la aplicación de termóforos, en forma de compresas calientes y húmedas, sobre las zonas afectadas de los pacientes durante la fase álgida de la enfermedad, para seguidamente movilizar los miembros afectos, en contra de las teorías imperantes hasta entonces de inmovilización de los niños con poliomielitis.

Su método se popularizó gracias a la creación del Instituto Elizabeth Kenny de Minneapolis (Minnesota) en 1943.

Dicho centro es en la actualidad pionero en la rehabilitación muscular7.

Tal llegó a ser su fama que en 1946 se realizó su película autobiográfica “Sister Kenny” (“Amor sublime”) protagonizada por la estrella de Hollywood Rosalin Rusell, amiga de nuestra “heroína” y nominada por dicho film al premio Óscar.

La popularidad de Kenny por aquel entonces era tal que estaba casi a la par de la de la primera dama estadounidense, Eleanor Roosevelt; y de su concienzudo genio es notorio que podía a la par tratar con dulzura a sus pacientes a la par que con gran dureza a muchos médicos.

¡Todo un carácter!

Contemporánea de la Elizabeth Kenny fue la británica Olive Frances Guthrie Smith (1883-1956), fisioterapeuta del St Mary’s Hospital de Londres, curtida previamente durante la Primera Guerra Mundial en el “Almeric Paget (Military) Massage Corps”, una institución que trataría las lesiones de un número enorme de soldados heridos en el conflicto, en un ejemplo más de que las guerras suponen, desgraciada y paradójicamente, un punto de inflexión para la historia de la medicina.

Olive Gutrie Smith, prácticamente la inventora de la suspensión terapia, se puede considerar a su vez como una de las escasas mujeres verdaderas pioneras de la Fisioterapia en la primera mitad del siglo XX9

Una pionera que podemos unir cronológicamente a Kenny y a Guthrie, aunque más delimitada temáticamente por centrarse en las patologías raquídeas y específicamente en las deformidades de la columna vertebral, es la alemana Katharina Scroth, diseñadora del método de tratamiento tridimensional de la escoliosis en los años veinte del siglo XX10

A mediados del siglo XX, coincidiendo con la institucionalización generalizada de la Fisioterapia en la mayoría de Europa y del mundo anglosajón, comienzan a proliferar las metodologías y sus principales impulsores, con una nutrida representación femenina, entre quienes debemos señalar autoras como Françoise Mezieres, creadora del concepto de cadenas musculares con una metodología tan popularizada que actualmente se habla de fisioterapeutas “mezieristas”; las norteamericanas Florence Kendall, archiconocida por su manual de pruebas musculares, así como Lucille Daniels y Catherine Worthington, coautoras de otros tantos “best sellers” de la fisioterapia desde mediados de la centuria pasada: “Pruebas musculares” (1946) y “Ejercicio terapéutico” (1957)11

La lista de las féminas que a partir de esas décadas centrales del siglo plantan los cimientos de la Fisioterapia es considerable.

No obstante, llama la atención que muchas de ellas figuren en gran medida “a la sombra” de otros tantos profesionales, médicos y fisioterapeutas principalmente, que han dado su apellido a las más conocidas metodologías fisioterápicas.

Por lo general, debido a que eran matrimonios, como los Vodder, los Földi, los Bobath o los Maitland; o por el mayor ascendiente profesional, como en el caso de Kabat.

Veamos más detenidamente estos destacados casos:

El matrimonio danés formado por Emil y Estrid Vodder, es el primero de estas uniones profesionales (si bien ninguno era a priori fisioterapeuta ni sanitario).

Ambos plasmaron durante décadas con su experiencia práctica el método del drenaje linfático manual, que a su vez continuaría otro matrimonio húngaro-germano, Michael y Etelka Földi (ambos médicos), con el mismo resultado ciertamente paternalista: la metodología recoge el nombre o apellido del varón, fruto del concepto clásico patriarcal de la sociedad.

La unión entre Karel y Bertha Bobath, él médico y ella fisioterapeuta, fue tan exitosa para la neurociencia clínica y terapéutica como, si se me permite el símil, la de Pierre y Marie Curie.

El citado matrimonio alemán dio tal fama mundial al concepto Bobath que hoy, todo fisioterapeuta que se precie de realizar terapia manual neurológica, debe conocer bien este método.

Pero una vez más, el apellido del hombre pasó a la gloria.

Cierta similitud podría guardar con los anteriores el de la pareja formada por los australianos Geoff y su esposa Anne Maitland, quien realizaba las ilustraciones, los vídeos y la mayor parte de la organización del trabajo de uno de los más afamados terapeutas manuales mundiales, representando quizás el arquetipo de la célebre sentencia, no exenta de machismo, “detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer”.

Pero lo cierto es que, al margen de suspicacias de género, los Maitland fueron un sólido matrimonio al tiempo que un perfecto tándem profesional. De hecho, Geoffrey apenas sobrevivió un año a la pérdida de Anne en 200912

De otra parte, el caso de Margaret “Maggie” Knott no es el de un matrimonio profesional donde el nombre del marido pudiese eclipsar el de la mujer, sino el de una pareja de colegas sanitarios donde el peso del médico se superpone al de la enfermera, en este caso fisioterapeuta.

Margaret Knott es, junto al doctor Hermann Kabat, la pionera en uno de los métodos fisioterapéuticos por excelencia: el de la Facilitación Neuromuscular Propioceptiva (FNP) o método Kabat.

El nombre propio del método no deja lugar a dudas a este respecto.

El rol inverso, es decir, el de parejas profesionales donde ha sobresalido la referencia femenina, se ha constatado menos en la historia de la medicina o de la fisioterapia.

Como paradigma podemos destacar el del binomio Travell y Simons, divulgadores mundiales del tratamiento del dolor miofascial y los puntos gatillo durante la segunda mitad del siglo XX.

En el prólogo de la segunda edición de su popular manual de los puntos gatillo13,  el doctor David Simons reconocía el principal liderazgo de la doctora Janet Travell en esta materia, tan extendida en la Fisioterapia actual.

La doctora Travell (1900-1997), cuya próspera vida coincidió prácticamente con la de su siglo, dedicó su existencia a aliviar el dolor muscular de muchísimas personas, incluyendo la de los presidentes estadounidenses John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson, desde su cargo de médica de la Casa Blanca. En ese sentido, me atrevería a comparar, en términos de influencia, el actual peso de la obra de esta magistral médica norteamericana con el de James Cyriax medio siglo atrás, cuando el ilustre traumatólogo británico generalizó la práctica de la Fisoterapia con la publicación de su obra Ortopedia Clínica.

Salvando las distancias, la bioquímica neoyorquina Ida P. Rolf (1896-1979), sin duda otra “gurú” para la Fisioterapia por su contribución a la Terapia Manual con su método conocido como Rolfing, pudo también hacer sombra mediática a su pareja, el constructor estadounidense Walter Demmerle14. 

El legado de la señora Rolf (obsérvese que no es el apellido de su marido) es firme: el método Rolfing, basado en la manipulación profunda del tejido conectivo y el equilibrio corporal en relación con la fuerza de la gravedad, va creciendo en adeptos actualmente, pese a que han pasado casi cuatro décadas de la muerte de Ida Rolf.

En España cuenta con la Asociación Española de Rolfing, donde destaca nuestra compañera y colegiada, la castellonense Bibiana Badenes.

Por fortuna, son muchas las mujeres pioneras en Fisioterapia que desde hace varias décadas continúan aplicando su magistral saber: la francesa Blandine Calais-German, desde los años setenta, en su doble condición de bailarina y “fisio”, ha sabido interrelacionar Danza con Fisioterapia plasmando sus conocimientos en su obra “Anatomía para el movimiento”, una serie de libros sumamente pragmáticos cuya traducción en España recayó en nuestro colegiado y eminente fisioterapeuta valenciano José Luis Marín Mateo, colega de Blandine Calais y además un reconocido mezierista.

Por cierto, José Luis Marín es compañero de promoción (por la histórica Escuela de Fisioterapia de la Universidad de Valencia) de la citada Bibiana Badenes y de otros magníficos fisioterapeutas de la Comunidad Valenciana que han colaborado en esta publicación, como Rafa Torres, Blanca Pardo, Laura Asensi, María José Llácer.

Una destacada promoción de Fisioterapia en la que se incluye el subdirector de Fisioteràpia al Dia, José Antonio Polo Traverso, y que está a punto de cumplir su 30º aniversario de graduación.

Eso merece todo un artículo…

Más dilatada aún si cabe es la carrera de la norteamericana Shirley A. Sahrmann, longeva profesora en la Washington University (St. Louis, Missouri), referente internacional en la terapia física de la lumbalgia, siendo una innovadora en la taxonomía del dolor lumbar. Sus seguidores son legión.

Si trasladamos nuestro estudio al panorama nacional, comprobaremos que en España, desde la creación de los estudios reglados de Fisioterapia en 1957, ha sido reducido el número de mujeres que han sobresalido en el ejercicio de la profesión hasta llegar al presente siglo (con anterioridad a esa fecha no tenemos constancia documental de personajes femeninos relevantes, con salvedades como la figura decimonónica de Concepción Arenal, más afín a la Enfermería, como narra Meliá en su Historia de la Fisioterapia); ello es en buena parte debido a que fueron hombres quienes acapararon durante las primeras décadas los puestos de gestión e investigación en Fisioterapia.

Así, el interesante estudio encabezado por Raquel Chillón sobre los agentes activos más relevantes de la fisioterapia española entre 1957 y 2009 recoge solo a cinco mujeres de un total de 23 fisioterapeutas destacados por su papel promotor de la profesión en España15

Veamos quiénes son estas cinco pioneras españolas:

Antonia Gómez Conesa es el paradigma de fisioterapeuta ligada a las facetas docente, investigadora y gestora de la profesión, con puestos tan destacados como directora del Departamento de Fisioterapia de Universidad de Murcia y presidenta de la Asociación Española de Fisioterapeutas.

Luisa Fúnez es un referente en la fisioterapia neurológica española, y más concretamente en la difusión del concepto Bobath, siendo presidenta de la Fundación Bobath y creadora del Centro de Tratamiento Integral de la Parálisis Cerebral (Madrid, 1982), que está apoyado por la Fundación Reina Sofía.

En Valencia, un papel pionero similar al de la doctora Gómez Conesa recae en Celedonia Igual Camacho, destacada igualmente en la gestión y la investigación fisioterápicas, y directora de la primera Escuela Universitaria de Fisioterapia española: la de Valencia.

Mercedes Bernabéu también reúne características, tanto académicas como profesionales, similares a las de Celedonia Igual, como señalan en su artículo Chillón et al. La señora Bernabéu ha estado muy ligada a la docencia práctica en el Hospital San Carlos de Madrid, así como a la divulgación de la Fisioterapia desde la AEF y su publicación “El fisioterapeuta”.

Por último, el citado estudio señala el papel desempeñado por Luz González en la comunidad gallega, con su presencia académica y científica en La Coruña.

Pero no podemos olvidar, junto al citado quinteto, al elenco de mujeres que, aunque tuvieran un menor impacto mediático o su trabajo fuese más discreto, contribuyeron significativamente al desarrollo de la fisioterapia española y valenciana:

Empezando por Rosa Serra Gabriel, la primera mujer que ocuparía la presidencia de la Asociación Española de Fisioterapeutas (AEF), y sobre todo por las profesionales que han destacado en los últimos años en las diferentes comunidades autónomas así como en la de Valencia, muchas de las que damos buena cuenta en las páginas de este monográfico de Fisioteràpia al Dia dedicado a la figura de la mujer en la Fisioterapia.

Aquí en la Comunidad Valenciana recalcamos, además de las ya citadas en este artículo, a valiosas compañeras ya jubiladas como Cristina Aramburu, Mª Carmen Lázaro, Mª Carmen Muñoz y Marisa Ricart en Valencia; Josefina Aparici, Rosario Frías, Maribel García-Romeu en Alicante; Amparo Royo y Amparo García en Castellón…; o tristemente ya fallecidas como Esther Carreres, Emilia Mendoza o Teresa Lloret16

Asimismo, debemos rendir honores también a las colegas que contribuyeron a la puesta en marcha del Ilustre Colegio Oficial de Fisioterapeutas de la Comunidad Valenciana en el año 2000, si bien venían trabajando al respecto previamente desde la delegación autonómica de la AEF.

Junto a las citadas Celedonia Igual y Teresa Lloret, participaron muy activamente a este respecto las colegiadas Mª Victoria González, Hortensia Vaello y, sobre todo, Vicenta Fortuny, de quien tenemos el privilegio de contar con su testimonio en primera persona en este número de FAD.

Afortunadamente, en la actualidad las mujeres fisioterapeutas son más activas, más destacadas y, por supuesto, mayoría también numéricamente, como señalábamos al inicio.

Sobresalen en gestión, como adjuntas, supervisoras o coordinadoras de Fisioterapia; los cargos universitarios, donde docentes de la Comunidad como Marisa Bataller (UMH), Sofía Pérez (UV), Eva Segura (UCH), Yolanda Noguera (UCH) o Miryam García (UCV) han desempeñado puestos de la índole de directoras de departamento, coordinadoras de titulación o vicedecanas universitarias.

En esa línea gestora quisiera rendir tributo también a las jóvenes fisioterapeutas que actualmente lideran el Colegio Profesional valenciano desde su nueva Junta de Gobierno, donde el actual decano José Casaña apostó por contar en su equipo con el talento de Laura López, Vicenta Díaz, Ana Lázaro, Vera Moltó y Cristina Salar.

Pero muy especialmente es la intención del autor homenajear a las actuales fisioterapeutas, las nuevas promesas de esta profesión, que tanto desde su trabajo altamente mediático como es el deporte de élite, ejemplarizado hoy en día en profesionales de la talla de Alicia Cebrián, la fisioterapeuta personal de la número 1 del tenis español, Garbiñe Muguruza; como desde su labor voluntaria y humanitaria, representado por nuestra colegiada Mª Esperanza Pérez durante su estancia con la Fundación NED en Tanzania;  hasta las jóvenes ilusiones de la Fisioterapia como Ana Marqués, nuestra colegiada de portada y entrevista del Parlem Amb… 

A todas ellas, mi gratitud y enorme admiración como compañero y amigo.

Así lo señalan el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid en su Web (cfisiomad.org) y el ICOFCV en su censo de colegiados.
El libro de la doctora Hélène Merle-Béral sobre mujeres Premios Nobel de ciencias es muy elocuente al respecto y está recientemente editado en España.
3 (Jaramillo–Tallabs 2010).
4 Lendoiro, en su magna obra sobre la Historia de la Fisioterapia (2016) da buena cuenta de ello.
Meliá Oliva JF. Historia de la Fisioterapia. Valencia: ICOFCV, 2012 (2ª edición)
(Barclay 1994) 
(Fernández y López 2012)
(Barclay 1994)
Así lo asegura David Nicholls en su interesante post del Blog Critical Physiotherapy Network publicado el 22 de abril de 2012.  
10 El profesor Meliá, en su manual histórico de la Fisioterapia, señala que la propia señora Scroth padecía desde niña la escoliosis.
11 David Nicholls hace un certero análisis de estos y otros hitos de la Fisioterapia en su reciente obra “The end of physiotherapy” (2018).
12 Physical Therapy, March 2010)
13  (Simons, Travell y Simons 2002).
14 The New York Times, 21 de marzo de 1979. Obituario de Ida P. Rolf.
15 (Chillón et al 2009).
16  Las biografías de la mayoría de estas excelentes fisioterapeutas aparecen detalladas en el libro Historia de la Fisioterapia en la C. Valenciana, editado por el ICOFCV.

Con información de: Ilustre Colegio Oficial de Fisioterapeutas de la Comunidad de Valencia.

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